Cotejos

4.8.10



¿Por qué las comparaciones son odiosas y no amables?



7 apostillas:

Anónimo dijo...

Puede que tenga que ver con la definición de los distintos conceptos:
- COTEJAR: Confrontar algo con otra u otras cosas; compararlas teniéndolas a la vista.
- COMPARAR: Fijar la atención en dos o más objetos para descubrir sus relaciones o estimar sus diferencias o semejanza.

Tal vez se deba a que cuando comparas suele pasar que uno de los aludidos se encuentra lejano.
Entonces la comparación toma un cariz melancólico que no debiera de tener.

Un abrazo

PazzaP dijo...

Quizá se hagan odiosas cuando entrañan un juicio de valor, pero si comparo nuestros sexos y digo que tu eres un hombre y yo una mujer, eso podría considerarse amable ¿no?

PazzaP dijo...

Comparativamente tu pregunta y la mía son dos retóricas en equilibrio, porque ya sé que tú, dire casi, nunca contestas y yo por tanto, no espero ser contestada. Esa no es odiosa ni amable, simplemente es.

María dijo...

Bueno, yo pienso Francisco,

que el que sea amable u odiosa una comparación depende de cómo y quien la haga.

Genéricamente resultan odiosas, porque cuando se compara, como en toda competición, uno gana y otro pierde, eso es así.

Sin embargo, si se compara en positivo resaltando las virtudes y no los defectos de los objetos comparados, podrían no ser tan odiosas las comparaciones.

¿A ti te gusta que te comparen con otros? ;-)
Ganarías de calle, seguro, jajaja.


Muchos besos, sin comparación posible , y...

¡¡feliz noche de verano!!

Joselu dijo...

Dice Krishnamurti en su libro El arte de vivir (ed. Kairos). Creo que es suficientemente explicativo:

“¿No es también la mente un instrumento de comparación? Ustedes saben qué significa comparar. Dicen: “Esto es mejor que aquello”. Se comparan con alguien que es más hermoso o menos inteligente. Hay comparación cuando dicen: “Recuerdo un río que vi hace un año; es todavía más hermoso que éste”. Se comparan con un santo o con un héroe, con el ideal supremo. Este juicio comparativo embota la mente; no la estimula, no la forma comprensiva, abarcativa. Cuando comparan constantemente, ¿qué ocurre? Cuando ven una puesta de sol y la comparan inmediatamente con una puesta anterior, o cuando dicen: “Esa montaña es hermosa, pero hace dos años vi una montaña que era aún más hermosa”, no están mirando realmente la belleza que está ahí delante de ustedes. De modo que la comparación les impide mirar plenamente. Si al mirarte a ti, por ejemplo, digo: “Conozco a una chica que es mucho más bonita”, no te estoy mirando realmente ¿verdad? Mi mente está ocupada con alguna otra cosa. Para mirar de verdad una puesta de sol, no tiene que haber comparación; para mirarte realmente, no tengo que compararte con ninguna otra persona. Sólo cuando te miro plenamente, sin ningún prejuicio comparativo, puede comprenderte. Cuando te comparo con alguien no te comprendo, meramente te juzgo, digo que eres esto o aquello. Así la estupidez surge cuando hay comparación, porque comparar a alguien con alguna persona implica falta de dignidad. Pero cuando te miro sin comparar, entonces mi único interés es comprenderte, y en ese interés mismo, que no es comparativo, hay inteligencia, hay dignidad humana.”

V a v o dijo...

Claro, la culpa en todo caso no la tiene la comparación, sino el comparador. Creo que es una hipocresia decirle a alguien que te esta comparando "las comparaciones son odiosas", en lugar de decirle: "Eres realmente odioso cuando te pones a compararme". Las comparaciones amables se hacen de tal forma que el comparado ni cuenta se da.

Cinco dijo...

Cuando nos aferramos a lo que consideramos una vida correcta y surge la comparación, sentimos que 1) toda nuestra construcción es un objeto medible y 2) se nos puede romper nuestro castillo de naipes si nos quitan uno...