Sin palabras

20.11.05



Casimiro había madrugado y pasó el día habla que te habla, en un monólogo interior. Había estado solo toda la jornada mientras escuchaba sus pensamientos sin abrir la boca, pero no tenía la sensación de silencio, sino la de haber hablado mucho. Por eso cuando sonó el teléfono, a esa hora en la que pone el día su luz de cierre, apenas pudo mantener una conversación porque no reconoció aquel sonido como su voz propia.



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