Economía de mercado

16.4.05


La justa. La injusta.
La que angustia a la gente corriente
para llegar a final de mes.
La verdadera y cruda economía
que cuenta, en céntimos o en euros,
cada gramo de tiempo perdido.
La horrorosa cantidad de vida
arruinada
en la sumas y restas del bienestar.

Conocimiento

15.4.05


No tiene tanta importancia saber de dónde venimos ni saber adónde vamos, como el saber en dónde estamos y en qué.

Aritmética cotidiana

14.4.05


Hay días de más y días de menos.

Duelo

13.4.05


He necesitado cien años
para pensar tu muerte
y que me duela tu ausencia,
inútilmente.

Física cuántica

12.4.05




Si se arrojara una Enciclopedia Británica a un agujero negro ¿desaparecería la información de todos los ejemplares?



Suave septiembre

11.4.05


Las playas de septiembre
están llenas de equívocos
de rumores de sal y sueños de algas
y de soles como carne de membrillo.

Las mudas de la piel

10.4.05


Sé que no soy el mismo del domingo pasado
ni soy el que mañana lunes irá a trabajar,
porque vamos dejando las mudas de la piel
como quien se desnuda de sus prendas más íntimas
y echa a la ropa sucia aquel que fue.

¿Otra equivocación?

9.4.05




El acierto no es más que una persistencia en el error.



Viaje en tren

8.4.05


Subí sin darme cuenta una mañana
no sé si luminosa ni sé
si era de octubre o si era de abril.
En la memoria no guardo fechas,
sólo un álbum de fotos imperfectas.
Y comenzó el viaje que parecía lento
y lejano el final de aquel trayecto.
La estación de partida era una fiesta
porque aceleraba mi corazón
y la impaciencia me hacia imaginar
otros lugares.

Al final del camino ya nada se detiene
y ves pasar las estaciones
como quien ve caer la lluvia
tras el cristal
y tiene miedo a mojarse
porque sabe del dolor y del placer
de estar calado hasta los huesos.

Sobrantes

7.4.05


Este fin de semana en España han contraído matrimonio civil y/o religioso 4.321 parejas con sus consiguientes banquetes. Las sobras de dichos ágapes, que han ido a parar a la basura, suman: 39.328 kilos de carne, 31.693 kilos de pescado, 20.397 kilos de pan, 12.490 kilos de entremeses, 7.305 kilos de pasteles, y 5.492 kilos de salsas y otros alimentos. A esto hay que añadir la bebida extraviada en torno a los cien mil litros entre licores, vinos, cervezas, refrescos y agua.

Cada año son desechados por este tipo de celebraciones 6.000 toneladas de comida y medio millón de litros de bebida. Según la FAO para cubrir las necesidades nutricionales de los refugiados que habitan los campamentos situados a lo largo de la frontera del Oeste del Sahara durante este año, se necesitan 8.336 toneladas métricas de alimento.

Avances de la humanidad

6.4.05

Lejos de tener que lograr el sustento diario para sobrevivir –asegurado hasta el último caso por la beneficencia social-, los habitantes del mundo rico vivimos en la opulencia y la seguridad. De ahí que proliferen el infarto y la depresión, enfermedades impropias de quienes pasan hambre.

Cronógrafo

5.4.05




Para saber la edad de La Tierra sólo hay que mirar las arrugas del agua.



Dopados

4.4.05


Según algunos estudios clínicos “el idilio parece activar las partes del cerebro que son ricas en dopamina, un compuesto químico que tiene efecto sobre las emociones”. El gobierno va a someter a los enamorados a pruebas clínicas de antidopaje para determinar su nivel de adicción.

Hilos de la memoria

3.4.05


Y cuando tú no estés
sentada en el sofá,
mis manos transeúntes
pedirán, nuevamente,
limosnas de tu piel.

Estadística sexual

2.4.05

Me cuenta un amigo que en una charla sobre sexualidad que mantuvo con un grupo de siete mujeres con quienes trabaja, él defendió la tesis de que el hombre era mucho más directo a la hora de abordar las relaciones de sexo, más en consonancia con la frase hecha de “aquí te pillo, aquí te mato”. En cambio la mujer era más propensa a elaborar más el momento y a exigir unos preámbulos.
Las mujeres del grupo se opusieron a esa tesis y defendieron que había muchas jóvenes que se comportaban como los hombres y requería sexo rápido, como aquel que dice “un polvo express”. Entonces mi amigo realizó una ronda de entrevistas entre las que formaban el grupo para saber quiénes mantenían encuentros sexuales directos y quiénes más sofisticados, y todas respondieron que su comportamiento obedecía al tipo femenino, pero que del tipo masculino existían muchas.
Mi amigo acudió a mí preocupado para relatarme la azarosa y adversa estadística que le había tocado vivir.

Pezqueñines, no gracias

1.4.05


Una línea de mar azul infinita trazaba el horizonte aquella mañana de agosto. Una muchedumbre de bañistas tomaba el rebalaje con sus juegos de agua y sus chapuzones. La playa estaba invadida por miles de domingueros.
En medido de la normalidad de aquel tumulto, de repente, surgió de entre las aguas una figura hercúlea, medio hombre y medio pez, que paralizó la imagen cálida y vacacional de aquel momento. Los bañistas asombrados quedaron boquiabiertos ante ese ser monstruoso cubierto de escamas que, con su mano izquierda, sostenía un tridente y una red de pescador con la derecha, como si fuera un gladiador del circo romano.
Fue entonces que comenzó a girar la red sobre su cabeza y tras varios giros la arrojó contra los bañistas que, despavoridos, comenzaron a huir en todas direcciones hacia la playa. Tras lanzarla atrapó en al red una veintena de éstos, la cargó sobre sus hombros y comenzó a caminar hacia el interior del mar, mientras a sus espaldas se escuchaban gritos de horror y lamentos.
Una voz, en ese momento, se destacó del resto: “¡Los niños, no! ¡Los niños, no!”. El ser escamado se detuvo y pensó: “es cierto, no se deben pescar inmaduros o esquilmaremos los caladeros”.
Miró dentro de la red y sacó los ejemplares más pequeños. La cerró y continuó con el resto de sus capturas hacia el interior del mar mientras el gentío, estupefacto, miraba desde la orilla recomponerse la línea de mar azul infinita que trazaba el horizonte de aquella mañana de agosto.
En ese instante una avioneta cruzó el cielo de la playa con una pancarta en la que se leía: Este anuncio ha sido patrocinado por el Ministerio de Agricultura y Pesca. ‘Pezqueñines, no gracias, debes dejarlos crecer’.

Decreto

31.3.05


El gobierno del buen gusto retirará el pasaporte a toda aquella persona adulta que viaje a París y visite Disneyland. Quedan absueltos de esta medida los acompañantes de los niños.

Relato hipercorto para ser contado

30.3.05




Diego levantó la vista del minicuento que leía y observó, sorprendido, como una mujer, sentada frente a él en el vagón del metro escribía un microrrelato de un viajero llamado Diego que leía frente a un escritora de cuentos, un relato hipercorto.



Discusión matrimonial

29.3.05


─Mira Pepe tú no sabes lo difícil que lo tengo para llegar a fin de mes con lo que tú me das ─la mujer hizo una pausa─. Por todo, ya te digo, no sólo es por el dinero, es la casa que le hacen falta unos arreglillos ─sollozó sincopadamente. Y luego está lo de la niña que se ha empeñado en trabajar de camarera en un bar de noche, para volver a las tantas. Y tú que nunca me ayudas, te callas y dejas las cosas correr. Pero a mí se me fríe la sangre con cosas como esta, qué quieres que te diga.
La mujer sacó un pañuelo de papel del bolsillo y se apretó las aletas nasales para proseguir con su retahíla de lamentaciones.
─Y de tu hijo mayor qué me dices. Va a dejar los estudios porque primero está lo de estabilizar su relación de pareja. Desde que conoció a esa tiene el juicio en otra parte, no se da cuenta donde se mete.
Un tumultuoso silencio se acercó hasta el lugar donde estaba la mujer que se retiró unos metros. Puso cara de circunstancias, es decir, se apenó mientras pensaba "bueno mi Pepe ya tiene otro más con quien hacer amistad". Cuando el cortejo se marchó pasó el pañuelo de papel por la foto que había en la lápida.
─Tú siempre tan callado y dándome la razón como a las tontas ─y se despidió.

El misterio chino

28.3.05


Primero fue lo del abuelo chino. Nadie le vio morir y menos enterrarle, pero un día dejó de toser en el balcón. ¿Alguien ha visto sepultar a un chino en este país? Después fue lo de los rollitos de primavera ¿cómo podían saber igual en cualquier restaurante chino donde fueras? Luego estaba la cara de la simpática camarera que te ofrecía un chupito de licor de lagarto al terminar la comida y que siempre era la misma, pero que cada vez parecía como si hubiera una nueva. Para terminar no me explicaba cómo podían cocinar tan rápido y quién guisaba porque para tantos platos faltaban manos. El misterio me ha quitado el apetito.