El farero

Su madre se lo tenía dicho: tú tienes muy pocas luces.

Turismo cultural

Al finalizar sus vacaciones había visitado trescientos bares, un centenar de restaurantes, cuatro parques temáticos y un museo donde se exhibían las mayores idioteces del mundo.

Disfrutando con los chiquillos

Lo tumbaron en el suelo y, como si fuera Gulliver, lo inmovilizaron. Tras cubrir su cuerpo de arena toda la playa conoció la magnitud de su sexo.

Náufrago

Arribó hasta la isla de su pensamiento una idea y se supo feliz por no encontrarse solo.

Cine de verano

Esa noche proyectaban El último bañista. La medusa dio un salto en su asiento al leer el título. El tiburón que estaba junto a ella la tranquilizó: «no te preocupes, todos los años ponen la misma.»

Oleaje

Olé, gritó a la ola, mientras esta le embestía en un lance mortal.

Helados

La situación cambió, drásticamente, el día que la heladera risueña le explicó cuál era el condimento primordial de sus productos.

Bronceado

Esta moda desplazó a la edad de hierro y provocó un a oleada de anemias.

Heladera

El hombre que vivía en un frigorífico se quedó helado al comprobar el calentamiento global del planeta

Asamblea de peces

El besugo alzó la voz y dijo: me temo lo peor. Este año también pasaremos de ser peces a ser pescados.

Jardín de delicias

Opinó que de puro aburrimiento aquel lugar era lo más parecido al paraíso.

Castigo

Los tiburones gritaron: echadlos a los piratas.

El vigilante

Era absurdo pero todos abandonaban la ciudad al llegar el verano. Únicamente quedaba un solo habitante, al acecho, para que no desapareciera.

Piratas

El bajel pirata, en todo el mar conocido como SGAE, desplegó sus velas negras para hacerse a naufragar.

Fiestas

A la verbena de verano acudieron todos los difuntos del cementerio después de oír comentar a un joven: «el muermo de música del grupo que toca esta noche solo lo pueden soportar los muertos.»

Acuática

La sirena anotó en su blog: glu, glu, glu. Y tuvo miles de comentarios elogiosos.

Taller de escritura

El pulpo se inscribió en un curso de verano porque supo de buena tinta que aprendería el oficio de escribir.

Aventurero

En su octavo viaje, pobre como las ratas, Simbad el Marino, embarcó en una patera rumbo a Europa.

El pescador

Con su atuendo marinero -gorra y pipa- salió, como cada mañana, a pescar bañistas para alimentar a sus peces.

Mensaje en una botella

Según las autoridades, cualquier persona poseedora de este texto deberá personarse en la administración más cercana a fin de recibir un título de lector escritos embotellados.