—No le hacía por aquí, visitando bares.
—La verdadera felicidad cuesta poco; si es cara, no es de buena clase.
—O acaso se refugia de la muchedumbre.
—Una multitud es como un vasto desierto de hombres.
—Pues el desierto está agitado estos días y con demandas.
—La justicia es el pan del pueblo; siempre está hambriento de ella.
—Bueno aquí dentro siempre habrá algo que beber y comer y charla para no aburrirse.
—El aburrimiento no puede existir donde quiera que haya una reunión de buenos amigos.
—Cierto. Además estos de aquí de la barra quieren cambiar el mundo.
—Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y, sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde.
—Ningunear los sueños es despreciable.
—No se debe usar el desprecio sino con gran economía, debido al gran número de necesitados.
—La necesidad aprieta cuanto más crecen los despreciables.
—Casi todos los crímenes que castiga la humanidad se deben al hambre.
—Y algunos con contundencia palmaria.
—La pena de muerte sólo se ha perpetuado por una especie de crimen legal.
—Por una palabra mala pronunciada.
—Hay palabras que solo deberían servir una vez.
—Brindemos pues con alegría, señor Chateaubriand, por este encuentro.
—La alegría de los hombres es una llama de leños de tristeza. Brota la llama, pero los leños están allí, y cuando se apaga la llama, quedan los leños, o el carbón o la ceniza, que es resto de los leños y no de la llama.
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Encuentro causal
2.10.12
Etiquetas: aforismo dialógico, Chateaubriand
Llamada telefónica
20.3.12
―Señor Diderot, le llamaba porque quería hacerle una reflexión, ¿puedo?
―Usted dirá.
―Soy un hombre preocupado de sí mismo que ahonda en buscar la felicidad.
―El hombre más feliz es el que hace la felicidad del mayor número de sus semejantes.
―¿No son fuente de decepción los prójimos?
―Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga.
—Descreemos entonces.
—El primer paso hacia la filosofía es la incredulidad.
—Y el segundo buscar la veracidad.
—Se me debe exigir que busque la verdad, pero no que la encuentre.
—No dar a nada crédito.
—Es tan arriesgado creerlo todo, como creer nada.
—Entonces mejor ser indolentes.
—La indiferencia hace sabios, y la insensibilidad, monstruos.
—Cómo avanzar en esa maraña de conceptos.
—No arrepentirse ni hacer reproches a los demás, son los pasos de la sabiduría.
—Habrá que ensordecer ante el ruido de fondo social.
—El que te habla de los defectos de los demás, con los demás hablará de los tuyos.
—Entonces se trata de hacer el bien a pesar de todo.
—No basta con hacer el bien: hay que hacerlo bien.
—O ignorarlos.
—La ignorancia está más cerca de la verdad que el prejuicio.
—Le estoy muy agradecido por sus consejos, señor Denis.
—El agradecimiento es una carga, y todos tienden a librarse de ella.
15-M:« El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso »
«La memoria es a menudo un rasgo distintivo de la estupidez; generalmente es propia de los espíritus lerdos, a los que vuelve aún más pesados por los discursos con que los sobrecarga» Chateaubriand
Etiquetas: aforismo dialógico, Chateaubriand, Diderot
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