La lectora

27.10.24

 

Pasó la página de la tarde de otoño que le pareció triste y melacólica. En la siguiente, más concentrada, leyó la noche. Las sucesivas estaban llenas de sueños y se recreó en ellas porque le resultaron llamativas, con escenas que protagonizaba y con simbolismos que no sabía interpretar. Hasta que llegaron las inquietantes pesadillas que le aterrorizaron. Por fin, casi al final de su lectura, llegó al amanecer y todo le resultó luminoso, lleno de bonitos colores que la animaron. Cerró el volumen y al colocarlo en el estante se encontró encajonada entre dos libros.



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