Luminosa navidad

18.12.22


Fueron a ver las luces de aquel sitio tan popular. Viajaron por el reclamo de la fama que había adquirido la ciudad. «¿Dónde nos escapamos este fin de semana?», preguntó el padre. «¿Qué os parece si vamos a visitar ese lugar tan famoso por sus luces de Navidad?», indagó la madre entusiasmada. Noelia frunció su ceño adolescente. «Viajar tan lejos para mirar una chorrada», protestó, mientras su hermano menor gritó un exaltado ‘¡bien!’.

La familia tras hacer los preparativos se dirigió hacia el destino elegido. «Según he leído, son más de cien millones de leds las que encienden», explicó el padre. «Anda, qué exagerado», le contradijo Noelia, que prosiguió con sus protestas: «Y seguro que hay cien millones de bobos asombrados mirando, incluidos nosotros». «No empecéis a discutir otra vez», terció la madre, en tanto que el pequeño estaba interesado en saber si habría algún video juego sobre la iluminación navideña de aquel sitio.

Tras alojarse en un hotel céntrico y descansar del viaje, el manto del atardecer hizo que el enjambre de bombillas comenzara a emitir un brillo apabullante y cegador. La luz fragmentada en colores entró por cada poro del ambiente, manchando cada objeto y cada ser vivo de una gelatinosa luminosidad.

Hipnotizados caminaron hacia el corazón de una deslumbradora atmósfera atraídos por el magnetismo de la luminotecnia, hasta quedar ensimismados por el caudal refulgente que fluía.

Noelia se desprendió de las gafas de realidad virtual y con desabrido ademán dijo: «Otro año más no contéis conmigo para jugar a estos juegos que fabrican para los que no han dejado de creer en la ridícula navidad».



5 apostillas:

Joselu dijo...

Lo cierto es que las lucecitas nos hipnotizan y nos alegran.

María dijo...

Jajaja y yo que creí que se había venido toda la familia a Vigo, a ver la fábrica de luz Navideña que se ha montado Abel Caballero ( el alcalde de Vigo; ) Ni todas las bombillas del mundo, ni mucho menos la mejor recreación virtual puede hacer surgir en quien no lo siente, el espíritu navideño. Eso (como otros muchos sentimientos) no se puede impostar, o se siente, o no se siente, fin.

Me ha gustado mucho tu cuento antinavideño ; )


Muchos besos!

José A. García dijo...

El año próximo será ella quien pida ir a ver las mismas luces, lo tengo por seguro.

Saludos,
J.

Bubo dijo...

Las mejores luces de Navidad siempre se ven después de tres copas de anís.

Anónimo dijo...

Se trata de atraer polillas a la luz (es un negocio que no tiene nada de ridículo).