Medicaciones

30.5.18



Supo que a su amiga la habían ingresado en el hospital para realizarle una coronariografía y saber cuál era el estado de su exhausto corazón. Con qué alegría sístoles y diástoles lo movían y, sobre todo, si bombea poco o mucho amor. 

Permaneció encamada durante varios días y recibió visitas que le traían ánimos y le traían rosas, estuches con variedades de chocolate y mucha conversación para que no se sintiera sola, algo que apreció de corazón a pesar de su dolencia. En cambio, decidió enviarle cada día un poemita y la poesía curó aquel corazón. 

Los médicos reconocieron, antes de darle el alta, que aquellos versos le dieron otra vez ritmo a su corazón.



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