Postales navideñas

27.12.16



El cartero solía traer por estas fechas varias cartas y algunas postales con el matasellos de lugares lejanos. Familiares y amigos nos escribían misivas para felicitarnos las Pascuas que se cruzaban con las que remitidas días antes hacia esos destinos, en un ritual de memoria y de afectos.

Mi madre me encargaba comprar las postales en un estanco donde escogía aquellas escenas que reproducían las sempiternas imágenes de la Navidad para, posteriormente, cual amanuense infantil, anotar al dictado diferentes textos para tíos, primos y parientes más o menos cercanos. Era un ejercicio de amables y cálidos deseos.

El uso de las tecnologías ha cambiado esa dinámica y ahora recibes mensajes impersonales y repetitivos de gente que nunca te escribe nada y que, como autómatas, reenvían textos que circulan por las listas de contactos de los teléfonos móviles.

Si el afecto es sincero y el cariño auténtico, el texto debe brotar del corazón.



1 apostillas:

Beauséant dijo...

Casi prefiero el olvido a una felicitación por mensaje en el móvil, la verdad :)

Entiendo que no nos pongamos a escribir cartas, no lo entiendo pero lo acepto, pero una llamada al menos, ¿no?