El telépata

18.10.15



Cansado de discutir aprendió a contestar en silencio a sus interlocutores. Llegó a establecer elaborados diálogos. Nadie comprendía su mutismo. En cambio él mantenía largas conversaciones interiores que le llevaban a entender cómo eran quienes le rodeaban. Les ofrecía consejos, les consolaba, comprendía más que nadie sus cuitas. De sus labios apenas se escuchaba un sí o un no y su familia preocupada quiso llevarlo hasta un internado de salud mental pero él, que sabía sus pensamientos, se fugó. Después de hacerse anacoreta fue contratado por una agencia de espionaje.



2 apostillas:

Orlando Francisco Menéndez dijo...

¡Un muy interesante cuento!
Excelente.
Saludo cordial.

Beauséant dijo...

Yo, por el contrario, tengo grandiosas réplicas a las dos horas, más o menos, de acabada la conversación. Si pudiese acortar ese tiempo sería un persona súper ingeniosa :)