El telépata
18.10.15
Cansado de discutir aprendió a contestar en silencio a sus interlocutores. Llegó a establecer elaborados diálogos. Nadie comprendía su mutismo. En cambio él mantenía largas conversaciones interiores que le llevaban a entender cómo eran quienes le rodeaban. Les ofrecía consejos, les consolaba, comprendía más que nadie sus cuitas. De sus labios apenas se escuchaba un sí o un no y su familia preocupada quiso llevarlo hasta un internado de salud mental pero él, que sabía sus pensamientos, se fugó. Después de hacerse anacoreta fue contratado por una agencia de espionaje.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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2 apostillas:
¡Un muy interesante cuento!
Excelente.
Saludo cordial.
Yo, por el contrario, tengo grandiosas réplicas a las dos horas, más o menos, de acabada la conversación. Si pudiese acortar ese tiempo sería un persona súper ingeniosa :)
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