El teatro de la vida

13.1.15



—Señor Beaumarchais, dígame, ¿cómo llegan tan lejos los mediocres?
—Siendo mediocre, pero a fuerza de saber humillarse, se alcanza todo.
—Y sin mirar atrás.
—No mires nunca de dónde vienes, sino a dónde vas.
—Le veo muy precipitado.
—Para la cólera y el amor todo lo que se aplaza se pierde.
—Y parece curado de espanto.
—Cuando una medicina no hace daño deberíamos alegrarnos y no exigir además que sirva para algo.
—Parece infalible.
—Probar que tengo razón sería estar de acuerdo que puedo haberme equivocado.
—Sí y es mejor sólo sonreír.
—Me apresuro a reírme de todo, ante el miedo de ser obligado a llorar por ello.




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