Ferrocarriles
28.2.14
Llevaba una eternidad sin verlo, casi desde que éramos niños. Había perdido pelo y ganado peso, pero la luz de sus ojos brillaba igual que entonces. Le pregunté cómo le iba y cómo estaba su familia. Me contó que era interventor ferroviario y tras un extenso relato, concluyó con una metáfora existencial ligada a su oficio.
Me dijo que la vida era como un viaje en tren con pasajeros de clase acomodada y de clase humilde. Y después estaban los que viajan de manera incómoda y aguantan hasta el final de trayecto. Y me preguntó que si no sería yo uno de estos últimos.
No lo sé, le dije, pero no creo que haya apeadero para mi incomodidad con el mundo.
Etiquetas: personajes
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2 apostillas:
Creo que voy a qyedarme a hurgar por aquí un poco más..
Atravesamos parajes sombríos y es el tren mismo el que nos salva de este tiempo de espinas, de estaciones “servidumbre” - “opresión” – “extorsión”…
No se acomode, rebelde. En este trayecto, que es vida, hay un eutópico apeadero, luminoso y solidario: “la revuelta”. Llegaremos [más pronto que tarde].
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