Consuelos
23.1.14
Paso a diario por una casa a cuya entrada se amontonan las cartas deterioradas por el paso del tiempo. La mayoría parece proceder de reclamos publicitarios o de organismos y empresas.
Entre ellas distingo una con la dirección caligrafiada. Parece una carta personal que ya nadie abrirá y que, imagino, contendrá palabras de cariño, de reproche, de amistad o de desesperación, y quedará sin leer.
Y aquello que fue escrito con sentimiento se hará estéril ante el indiferente paso de los días. Hasta para los desahogos es injusta la vida.
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