El canal

29.11.13



Los baños de los chicos realengos fueron toda una lección de vida. Al llegar al canal muchos estaban desnudos y otros aparecían con unos calzoncillos blancos mojados. Se zambullían en las aguas claras de la conducción trazadas de verdín en las paredes y volvían a salir fuera a tomar el sol. Algunos de nuestra pandilla les imitaron y se despojaron de sus ropajes ante el reto de meterse en el agua. Tras saltar al canal, aguantaban bajo el agua largo rato mientras braceaban un trecho hasta que sacaban la cabeza para respirar, o sin moverse del mismo lugar permanecían inmersos mientras que los de fuera coreaban los segundos contados bajo el agua.
Los admiraba no sin temor infantil. Pensaba en un accidente bajo del agua, más aún cuando se acercaban hasta un estrecho tubo por donde desaguaba el canal hasta atravesar un alto viaducto. 
Los continuados regresos al lugar me proporcionaron la confianza de bañarme siempre que no estuvieran delante aquellos chicos salvajes, sólo rodeado del pequeño grupo de amigos.
Entonces perfeccioné la inmersión reteniendo la respiración y abriendo los ojos. Nunca pensé en esos momentos que esa idea perturbaría a mis padres, ni que estaba en su catálogo de preocupaciones. Era dichoso nadando en aquel canal de riego, tomando el sol desnudo sobre el acueducto entre las risas y las bromas de mis amigos. La vida la decoraban entonces la diafanidad y la simpleza.
Un día a la hora del almuerzo papá nos sermoneó sobre los baños en el canal a mi hermano y, sobre todo, a mí. Era peligroso jugar allí y no volvimos, hasta este momento que el recuerdo me arrastró de nuevo a ese lugar.



3 apostillas:

Juan Poz dijo...

"Peligro" no es concepto que forme parte de la infancia, como castigo, por ejemplo.Tener conciencia de él significa haber abandonado esa feliz inconsciencia y haber entrado en la adultez, por imperfecta que ésta sea en sus inicios.

Chus dijo...

Aventuras y "peligros" moviéndose entre los límites de la obediencia. Traspasarlos podía ser cuestión de tiempo. Volver a ella [a la obediencia], caminar de espaldas y hacia atrás.

Beauséant dijo...

Todas las cosas divertidas ocurrían cuando traspasabas esa frontera, ¿verdad? Ser padre, supongo, es olvidarse de todas las cosas que querías hacer cuando eras un niño...