Isabel me pide que me haga eco de su problema y aunque la amplificación de esta bitácora no es mucha, aquí está el mensaje y mi solidaridad.
Ondas libres
9.7.10
Recuerdo, hará un cuarto de siglo, la ingenuidad de un puñado de jóvenes por querer respirar sus sueños en forma de ondas radiofónicas. La dimensión del mundo entonces era como el universo ahora, finito pero ilimitado. Corazón, rebeldía, ingenuidad, utopía, generosidad, fueron puestos en echar un barco a navegar en forma de radio libre. Jamás consintieron que los llamaran piratas porque la libertad de expresión es un derecho y no un pillaje. Fue una singladura efímera pero intensa. Quienes participaron en ella como oyentes o locutores guardan, como quien atesora un sueño, la memoria de aquellos días en un frasco de tiempo.
La evocación me la despertó ayer un correo de Isabel, quien se declara «lectora habitual» de los blogs que escribo. En su misiva me cuenta el episodio que la radio municipal de Valle de Valdivielso vive estos días. «Los munícipes de los dos partidos mayoritarios (PSOE, PP) se la quieren cargar tal cual es, libre y democrática. Para contratar a un periodista por seis meses, a ver si se le ocurre cojear del mismo pie de la libertad.»
Isabel me pide que me haga eco de su problema y aunque la amplificación de esta bitácora no es mucha, aquí está el mensaje y mi solidaridad.
Placebos
8.7.10
Es igual que hayamos avanzado hasta límites tecnológicos insospechados, que la ciencia o la medicina traspasen fronteras nunca presentidas. Algunos seres humanos cargan con una mochila de atávicos prejuicios y ancestrales supersticiones. Uno de esos míticos amuletos, puestos de moda, son las pulseras ‘power balance’ que, en sus propiedades, supera la bondad de cualquier milagroso ungüento sea el linimento ‘Sloan’ ―el popular tío del bigote― o alguna de esas pócimas vendidas a los crédulos antiguos.
La dichosa pulserita, a modo de bálsamo de Fierabrás, proporciona al sistema nervioso «equilibrio, fuerza y elasticidad», a la vez que reduce «el dolor, el estrés, las lesiones, la fatiga, y las enfermedades motrices».
Lo curioso es que se la he visto puesta desde persona sencillas en su acervo cultural igual que a otras del más avanzado conocimiento en nuevas tecnologías como Ícaro Moyano.
Espécimen
6.7.10
— Hay quien hace un ejercicio de autoafirmación constante.
―¿Para qué?
―Es posible que para ocultar sus complejos.
—¿Y eso dónde lleva?
—A mostrar una cierta suficiencia sobre los demás.
―Ante eso, el desacato si es alguien con autoridad sobre ti. Y si es un igual indiferencia.
―Prefiero la ironía, parece un método más refinado.
—De cualquier forma son personalidades huecas.
—Son el mal necesario que cada día hay que aguantar.
―Es increíble que hayamos avanzado tanto para esto.
'Diccionario del diablo'
5.7.10
Desde que tuve entre mis manos el primer diccionario sentí que poseía un instrumento diabólico. Disponer de tanto conocimiento junto representa un hecho demoníaco. En cambio la obra de Ambrose Bierce nada tiene de mefistofélica de no ser que el ingenio intelectivo se considere algo maligno.
Hace unos días Juan Poz, excelso comentarista y amigo de este blog, me sugirió publicara la siguiente entrada de esta obra que gustoso refiero aquí y de la que en este blog se pueden encontrar algunas referencias:
Guillotina, s. Máquina que hace que un francés se encoja de hombros con buen motivo. En su gran obra sobre “Líneas Divergentes de la Evolución Racial”, el erudito profesor Brayfugle argumenta que el predominio de ese gesto entre los franceses demuestra que descienden de la tortuga, y que es una simple supervivencia de la costumbre de replegar la cabeza al interior del caparazón. Me desagrada discordar con autoridad tan eminente, pero en mi opinión (detalladamente expuesta en mi obra Emociones Hereditarias, Libro 11, capítulo xi), el encogimiento de hombros es una base demasiado débil para fundamentar una teoría tan importante, puesto que antes de la Revolución, el gesto era desconocido. No dudo que tiene una relación directa con el terror que inspiró la guillotina cuando su uso estaba en auge.
Por ampliar el repertorio de términos acogidos en esta compilación añado otro de singular idiosincrasia:
Soga, s. Instrumento que va cayendo en desuso, para recordar a los asesinos que ellos también son mortales. Se coloca alrededor del cuello y acompaña al usuario hasta el fin de sus días. En muchos sitios ha sido reemplazada por un artefacto eléctrico, más complejo, que se aplica a otra parte del cuerpo; pero este sistema, a su vez, está siendo rápidamente sustituido por un aparato llamado "sermón".
Imágenes literarias
4.7.10
Su miopía como escritora le impedía ver bien las imágenes. Metáforas, metonimias y tropos, los encajaba en brumosas frases que sus lectores entendían como plasmación de una escritura hermética.
Etiquetas: cuentos diminutos
Desfibrilador
3.7.10
Si el corazón se muere, suministrar una choque eléctrico de contumaz cariño que despolarice las afligidas células miocárdicas.
Pintar la nada
2.7.10
Trabajé un verano en una cuadrilla de pintores. Era una ocupación eventual mientras estudiaba. La jornada era algo monótona y pesada, unas veces cargaba colamina para la máquina del gotelé, otras limpiaba cajetines de madera que debían ser barnizados, las más daba lija a las paredes para acabar con las imperfecciones y terminaba por lavar los rulos y las brochas. Todas las horas parecían las mismas en el descuento ansiado por recuperar la libertad.
Sin embargo el mejor momento de la jornada era la hora del bocadillo. Menudo y barbilampiño, me acomodaba en el mejor lugar donde escuchar las anécdotas de aquellos rudos hombres, referidas en gran parte a sus juergas y francachelas de alcohol y de sexo.
Sólo uno de ellos parecía desintegrado del grupo. Nunca le escuché decir una palabra y todos lo rehuían tras argumentar: «ese tiene malas pulgas».
En cierta ocasión me enfrasqué en una de las tertulias del bocadillo para demostrar que, a falta de experiencias, había adquirido algunas teorías sobre la existencia mientras estudiaba. De forma indirecta la discusión salpicó a aquel hombre apartado del grupo.
Cuando la jornada estaba a punto de extinguirse, me tocó ayudarle a guardar algunas herramientas. No dijo nada hasta el último momento que, en la penumbra de la tarde refirió: «el que no quiere nada es porque todo le sobra; al que le sobra todo es dueño de todo». Y se marchó sin más después de haber soltado el compendio de la filosofía de su vida.
Desvanecidos
1.7.10
Igual que lágrimas en la lluvia o huellas en la arena, más tarde que temprano, todo lo publicado aquí –en otro blog o en este– se degradará hasta disiparse. Los investigadores trabajan en sistemas de datos que se esfuman con el tiempo. Lo hacen en nombre de la seguridad y de la privacidad. Así que languideceremos hasta nuestra extinción como internautas.
Voto de silencio
29.6.10
—El silencio ocupa toda la parte alícuota a la falta de sonido.
—Para lo que hay que oír.
—Los silentes demuestran ser más inteligentes que los parlantes.
—Algunos calladitos están mucho mejor.
—Los que no tienen voz son los verdaderos marginados de la sociedad de la comunicación.
—Con tanto busto parlante y predicador mojigato no hay mensajes, sólo ruido de fondo y distorsión.
—Definitivamente, me callo.
—Y yo hago voto de silencio.
Abúlicos
28.6.10
Para La Rochefoucauld «no hay nadie que hostigue tanto a los demás como los perezosos, una vez que han satisfecho su pereza con el fin de parecer diligentes.» No es de extrañar, en la pereza habita incubado el virus de la productividad, por qué si no rentan tanto los banqueros.
Asesinos
27.6.10
—Por qué estás en prisión.
—Por matar el rato. ¿Y tú?
—Por matar el tiempo.
Etiquetas: cuentos diminutos
Abelardo
25.6.10
Hay individuos con una capacidad asombrosa para leer la realidad. Cuando estoy con él no dejo de sorprenderme sobre sus observaciones. Me dice: «otra vez el Pepo en la tienda de pintura. Ese viene a traer droga porque a comprar pintura no viene. No ha trabajado en su vida. Además a la dependienta últimamente se la ve distinta». Después contrastas la información y te enteras que no es gratuito su comentario.
Más allá de una simple coincidencia es capaz de corregir a la propia policía. «No fue así», es su frase favorita. «Quien estaba en la carnicería cuando el tiroteo, era el hermano del dueño y se quitó de en medio porque no tiene papeles», le dice a un comisario amigo suyo.
Su ductilidad al terrero de las circunstancias que rodean a aquellos individuos que rompen el hilo de la normalidad es prodigiosa. «Mira a ese. Comenzó como maestro de obras, le regaló los materiales de la casa del político que le dio información para que se enriqueciera con la constructora que montó. Nada que se pueda demostrar», me dice.
«La realidad es como la nata que cubre la leche caliente: una capa blanca que tapa un líquido blanco.» Reflexiona y, ante mi cara de asombro, me explica: «sí, hombre, apariencias mezquinas que tapan sórdidos contenidos.»
Trajes a medida
24.6.10
Los sastres de Internet han encontrado el instrumento perfecto, la herramienta ideal. Se llama ‘corta-pega’. Es un utensilio en el que se han instruido con suma facilidad desde el más flojo de los estudiantes al peor preparado de los profesionales, donde abundan periodistas y otras ocupaciones que usan el material de la escritura. Ello ha facilitado la moda del ‘prêt-à-porter’ de la ignorancia y la confección de la impericia. La costura del plagiar.
Inclinación
22.6.10
—Llena —le dijo al camarero apoyado en la barra del bar.
—No bebas más —le imploró el acompañante.
—Estoy de celebración.
—¿Celebras estar borracho?
—No, festejo mi propia destrucción.
—La idea de la autoliquidación me parece absurda.
—Al contrario, tras el hecho irrevocable de existir, resolver dejar de ser es un hecho sublime. Aunque mi método sea algo exagerado.
—Si es así, bridemos por tu extinción. Y la mía.
Aguante
21.6.10
«Leer es también resistir.» Derrida coloca la lectura a la misma altura de la entereza, es decir lejos de todo desistimiento, de cualquier abandono. Una prueba, los lectores de este blog que persisten en domar el entendimiento de su escritura.
Regresión
20.6.10
El monje zen se asomó al abismo y dijo: «un paso atrás es un nuevo camino.»
Etiquetas: cuentos diminutos
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