Mi amigo Arsenio que gusta ejercer, tras una copa de vino, de filósofo mundano, pregunta siempre que escucha sonar un teléfono móvil, qué sería de nosotros sin esta tecnología doméstica. Recuerda entonces cómo no hace tantos años se trabajaba y se vivía sin este aparato. Su hilo de reflexión le lleva a señalar que todo era menos ajetreado y que la comunicación, en mayor grado, era directa. Mantiene que esa forma de vivir no es saludable para nuestros estados mentales y que estamos bajo los efectos de una suspensión vital permanente por el desplazamiento del yo hacia otros lugares de la realidad. Tras su tesis no puede exponer su conclusión. Suena su teléfono móvil. —Es el espíritu de mi jefe— señala. Y se marcha.
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Catalepsia comunicacional
31.3.11
Mi amigo Arsenio que gusta ejercer, tras una copa de vino, de filósofo mundano, pregunta siempre que escucha sonar un teléfono móvil, qué sería de nosotros sin esta tecnología doméstica. Recuerda entonces cómo no hace tantos años se trabajaba y se vivía sin este aparato. Su hilo de reflexión le lleva a señalar que todo era menos ajetreado y que la comunicación, en mayor grado, era directa. Mantiene que esa forma de vivir no es saludable para nuestros estados mentales y que estamos bajo los efectos de una suspensión vital permanente por el desplazamiento del yo hacia otros lugares de la realidad. Tras su tesis no puede exponer su conclusión. Suena su teléfono móvil. —Es el espíritu de mi jefe— señala. Y se marcha.
Etiquetas: catalepsia, filósofo, móvil, teléfono
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