Wéstern

13.2.22



Todas las mañanas llena un cubo con el agua de la fuente que hay en el parque. Antes, la mujer, da varias vueltas alrededor del surtidor y luego mira al cielo. Mientras el chorro colma el recipiente invoca un viejo rezo en una lengua desconocida para los transeúntes. En el barrio todos la consideran loca. A ella no le importa lo que piense el vecindario y cuenta, cuando le preguntan, que un antepasado suyo vivió en el lejano Oeste. De un tiempo a esta parte vengo observando muchas cabezas rapadas por la calle.



2 apostillas:

Cipriano Algor dijo...

Que lindo leer este blog siempre ☺️

José A. García dijo...

Con cuánta facilidad otorgamos el mote de "loco" a aquel que hace algo que no entendemos, pero no nos atrevemos a consultarlo. No vaya a ser que los locos seamos nosotros.

Saludos,
J.