Équidos
6.2.22
Era un lugar oscuro y olía a madera salada. Todos debíamos permanecer en silencio durante bastante tiempo. Así que me entretuve en imaginar cómo sería el vientre de un caballo y me quedé dormido. Al despertar me encontraba dentro de las murallas de Ilión.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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