Tomando un café

2.3.16



—Como en casa de uno, no se está en ninguna parte, señor Janet.
—El espíritu del lugar familiar ahuyenta del joven las pasiones enervantes y suaviza las violentas; porque en la paz del hogar la imaginación se purifica y al mismo tiempo se templa el desorden de los sentimientos.
—Y si es con niños mejor aún.
—El hijo viene a traer la paz al hogar turbado, la decencia y la honradez al hogar mal ordenado, el orden y la economía al hogar mal administrado. Ante este ser puro e inocente, las pasiones se callan, los vicios se esconden y las familias se purifican.
—Los buenos propósitos también cuentan.
—Para que una intención sea moralmente buena, es menester que no sea interesada.
—La ética de lo interesado limita con la avaricia. 



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