Campeón

19.3.16



Fue su primera medalla de oro y la única en toda su vida. La logró en los juegos escolares mientras participaba en el relevo de cuatro por cien metros libres después de una carrera épica.

Mi amigo partía en el tercer relevo, donde los corredores tienen peores tiempos. El caso era que sus dos compañeros anteriores se habían enfrentado a niños más veloces y cuando cogió el testigo su equipo partía en última posición.

Sabedor de que todo estaba perdido comenzó a correr sin importarle lo más mínimo que todos fueran delante. Sus largas zancadas de delgadas piernas avanzaron en el estadio sin titubear y una fuerza interior le impulsó para ir adelantando a los rivales.

Su cabeza apenas podía creer lo que sucedía pero un motor de alegría interior motivaba su carrera hasta distanciarse de todos los competidores.

Cuando entregó el testigo a su compañero el resto de relevistas no pudieron hacer nada por recortar la ventaja y tras cruzar la meta, los cuatro amigos se abrazaron jubilosos.

Mi amigo aprendió dos cosas de aquella experiencia juvenil: que se puede vencer en la adversidad y que nuestra superación conduce al triunfo de todos.

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