―Nos acompañan tiempos de desesperanza, señor Thoreau.
―Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación.
―Y en una subordinación.
―Creo que deberíamos ser personas primero y ciudadanos después.
―Es razonable.
―Cualquier hombre que tenga más razón que sus prójimos ya constituye una mayoría de uno.
―¿Y en qué invertir ese caudal?
―La bondad es la única inversión que nunca quiebra.
―La verdad tampoco debería quebrar.
―Hacen falta dos para decir la verdad; uno que hable y otro que escuche.
―Y que eso sea ley.
―Es más deseable cultivar el respeto al bien que el respeto a la ley.
―Las leyes son cultivo de justicias.
―La ley jamás hizo a los hombres un ápice más justos; y, en razón de su respeto por ella, incluso los mejor dispuestos se convierten a diario en agentes de la injusticia.
―Nunca terminamos de conocernos.
―Es tan difícil verse a uno mismo como mirar para atrás sin volverse.
―Me bajo en esta estación. Aquí se queda usted solo.
―Jamás hallé compañera más sociable que la soledad.
―Le dejo este libro para que mate el tiempo.
―¡Como si se pudiera matar el tiempo sin insultar a la eternidad!
Viaje en tren
18.12.12
Etiquetas: aforismo dialógico, Henry David Thoreau
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