Tradiciones e imposiciones

6.1.18



La mujer se acercó hasta el mostrador con la niña cogida de la mano y entregó un papel al hombre que había al otro lado. Mientras procesaba en su ordenador los datos del papel entregado, el oficinista preguntó a la pequeña.
—¿Has sido buena? —La niña respondió con un sí, mientras su timidez le hacía agachar la cabeza.
—Entonces te traerán muchos juguetes.
La madre intervino para explicar que ya Papa Noel había sido generosa con ella obsequiándole con numerosos regalos.
Fue entonces cuando el empleado, soslayando a la madre, y amonestando a la chiquilla, le dijo que había que mantener las tradiciones.
—No hay que importar modas de los americanos—, sentenció.
La mujer pensó, entonces, que quién le había pedido opinión a aquel señor y recordó que en la cita del Nuevo Testamento solo el Evangelio de Mateo habla de magos, sin concretar sus nombres, ni que tuvieran la categoría de reyes, ni que en todo caso su número fuera tres. Todo un invento convertido en tradición eclesiástica.
—La verdad es que recuerdo los reyes de mi infancia con una cierta contrariedad —explicó. Pasábamos todas las vacaciones esperando los juguetes y solo los dos últimos días podíamos jugar con ellos. Aquello suponía una gran frustración de vuelta al cole. Que pase un buen día.
Cogió a su hija de la mano y mientras se marchaba del lugar pensó: lo que me importará a mí, como persona adulta, los Reyes Magos o Papá Noel, su mercantilismo y sus tradiciones. Lo trascendente es la fantasía de los niños, esa que les hace crecer mentalmente, y por supuesto su ilusión por tener los juguetes.



1 apostillas:

Juan Poz dijo...

En eso de tener un solo día de asueto con los juguetes antes de volver a la realidad sin medias tintas de la obligación diaria hay una extraordinaria lección moral...