Inercias

27.2.14



Desde que Johannes Gutenberg revolucionó la comunicación humana, ésta ha crecido de manera exponencial. Los inicios de este siglo suponen la cima de ese proceso potenciado por una tecnología cada vez más eficaz.     
Casi todos los miembros de la sociedad, con independencia de su edad o de su nivel económico, acceden a cualquiera de las formas de intercambio de esa comunicación (redes sociales, emails, chats, WhatsApp, sms) creando un monumental ruido de fondo, donde todo parece adquirir una velocidad endiablada que nos envuelve en su vorágine.
Ese proceso de saturación informativa y comunicacional comenzará su declive cuando, agotados, pongamos una pantalla que nos aísle contra tanto mensaje intrusivo.




3 apostillas:

Juan Poz dijo...

Esa pantalla ya existe y se llama libro abierto, aunque no cualquiera, claro...

Javier dijo...

Hablaremos y hablaremos... hasta que ya nada haya que decir, o nadie quede para escuchar. O, quizá, ni eso...

Un abrazo

Chus dijo...

¿La nada bien disimulada? Un derroche de instantes, algunos inútiles.