Homenaje

17.1.13



Niño prodigio y genio de la informática, Aaron Swartz fue un portento que quiso colaborar en mejorar nuestras vidas. El pasado once de enero se suicidó. Su pareja y sus familiares difundieron en una página web un mensaje a título póstumo en su memoria: «Usó sus prodigiosos talentos como programador y tecnólogo no para enriquecerse, sino para hacer Internet y el mundo un lugar más justo y mejor». Ante ejemplos así el sentimiento anega mi corazón y me preguntó si todo este esfuerzo humanizará más este lugar, tantas veces inhóspito, que habitamos.



1 apostillas:

Míkel F. Deltoya dijo...

y sobre todo entender que somos humanos, por encima de la tecnocivilzación a la que algunos, privilegiados, estamos atados.
Un fuerte abrazo, Francisco