Aduana

27.3.12




—¿Nombre?
—Milan
—¿Apellido?
—Kundera
—¿Está usted seguro de que quiere entrar en este estado?
—La seguridad es tan corrosiva como lo son las dudas.
—Le tengo que escanear su estado de ánimo.
—No, por favor: la persona que pierde su intimidad, lo pierde todo.
—Entonces dígame: ¿es feliz?
—El hombre desdichado busca un consuelo en la amalgama de su pena con la pena de otro.
—¿De qué se culpa?
—Los errores personales no son causa de vergüenza, lo que realmente humilla es que son vistos por todos.
—¿Algo que declarar en su equipaje? ¿Trae alguna metáfora de contrabando?
—Las metáforas son peligrosas. Con las metáforas no se juega. El amor puede nacer de una metáfora.
—¿Es consciente de ello?
—Si las personas sólo fueran responsables de lo que hacen conscientemente, los idiotas estarían de antemano libres de cualquier culpa.
—¿Y de utopías, lleva alguna?
—Toda utopía comienza siendo un enorme paraíso que tiene como anexo un pequeño campo de concentración para rebeldes a tanta felicidad; con el tiempo, el paraíso mengua en bienaventurados y la prisión se abarrota de descontentos, hasta que las magnitudes se invierten.
—Le encuentro aturdido.
—El hombre cree que desempeña su papel en determinada obra y no sabe que mientras tanto han cambiado el decorado en el escenario sin que lo note y sin darse cuenta se encuentra en medio de una representación completamente distinta.
—A veces esas respuestas son efectos de 'jet lag' o del cambio horario.
—El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados, sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo; y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido."
—¿Algo más que declarar?
—Los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también.
—Buen consejo ¿tiene otro?
—La vida es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir.





15-M No miraremos impasibles cómo se abandona a su suerte a las personas
más débiles, en cualquier parte del mundo
»

«Todo lo que se necesita para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada» Edmund Burke

2 apostillas:

Joselu dijo...

Nunca he podido con Kundera. He intentado un par de veces leer La insoportable levedad del ser, pero me ha echado para atrás. No me gusta el tono, la música, ni ese título tan pretencioso. Hay libros que se te atragantan y este fue uno de ellos.

Albada Dos dijo...

Sin entrar en comentar a Kundera, me quedo con el interrogatorio aduanero.

Brillante y lúcido.

Un abrazo