Rasgaduras

10.11.23



Cuando se quiebra el silencio nos cruje el alma.




Contenciones

9.11.23



Cualquier idea extremada en exceso se convierte en letal.





Impresionables

8.11.23



Alcanzar la comprensión del mundo a través de lo sentido.





Panal

7.11.23



La poesía se fabrica como la miel con laboriosa faena, libando la abeja de cada flor su esencia.





Avistamientos

6.11.23



Puede que vivir solo sea eso: no contemplar otra expectativa que no sea la de estar vivo.




La arquitecta

5.11.23



Construía castillos en el aire usando el material del que están hechos los sueños.




Mínimos

4.11.23



Lo mucho te hará poco.





Imaginarios

3.11.23



La desesperanza es un horizonte sin horizonte.





Desamarres

2.11.23



Somos de lo que amamos, nada nos pertenece.





Bálsamos

1.11.23



Entender consuela.




Fárragos

31.10.23



Sabia no es aquella persona que atesora muchos conocimientos sino quien es capaz de conocer la naturaleza humana en toda su complejidad.





Afilados

30.10.23



A las ideas como a los lápices hay que sacarles punta.




Esperanzas

29.10.23



—¿Tú qué esperas de la vida?

—Todo. Así que algo llegará.

—¿Y tú?

—Nada. Así que lo que llegue me satisfará.





Discordantes

28.10.23



Las opiniones unánimes terminan despreciando a lo disconforme.





Descubiertos

27.10.23



Siempre estamos expuestos al mundo con todas sus virulencias.




Especulaciones

26.10.23



Nos transciende el pasado, el futuro es mentira.




Hábitos de vida

25.10.23



Sano es desmontar estereotipos a diario.




Hábito

24.10.23



La excelencia es hacer bien lo que sabemos hacer.




𝘙𝘦𝘴𝘦𝘵𝘦𝘰𝘴

23.10.23



Un corazón joven siempre sabe enamorarse.




No estaba muerto

22.10.23



Ayer pude leer mi muerte tras ser publicada en varios medios de comunicación. Decía «muere un hombre…». El comienzo del titular de la noticia me sorprendió. Cómo que muere un hombre. No era un hombre cualquiera, era yo. Cómo que ningún testigo presencial, integrante de los servicios médicos, agentes de policía, el forense, el juez o los trabajadores funerarios fueron capaces de percatarse que no era una persona indeterminada porque se trataba de mí y de mi vida. Así te mueres y ya te confunden con un muerto más, común y corriente, al que restan del saldo de los vivos. Te das cuenta entonces que has vivido para nada porque te diluyes en el lábil anonimato y en la sustancia gris del olvido.

Apenas eres un cuerpo inerte perteneces a una categoría de ser que, sin haber desaparecido ni estar vivo, no tiene otra consideración que la de un fiambre, ¿he dicho fiambre? Es la palabra que se me ha venido a la cabeza, pero podía haber mencionado no sé, difunto, fallecido, occiso, despojo…

Así que ahora resulta que soy un no vivo, un ausente colocado en la condición de organismo inactivo, de cosa inanimada que está pendiente de ser trasladada de un lugar a otro y un sujeto sin la deferencia que a mí se me tenía al saludarme, por ejemplo, o el miramiento a la hora de ser uno más en la mesa, o la interesante productividad por el trabajo que desarrollaba.

Ahora todos consideran que soy un hombre que muere, uno más entre tantos muertos, sin conciencia y sin motivos emocionales. Pues la verdad es que es una pena llegar a esto mientras el pensamiento se espesa hasta ahondarse y me quedo ahí dentro.