En su testamento vital pidió que, al morir, le extrajeran todo aquello que pudiera servir a otras personas y así fue aprovechado su corazón, su sentido del humor, su ternura y su alegría. Ahora, en algún lugar, hay quien ama con su amor, sonríe con su risa, abraza cariñosamente y vive con dicha.
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1 apostillas:
Los órganos que de verdad importan.
¿Quién se quedó son su empatía?
Saludos,
J.
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