Mensajero

26.8.15



Casi anochecía cuando el repartidor de páginas amarillas, un hombre de presencia casi incorpórea, me entregó su última guía. Entré en casa y al abrirla observé como se borraban todos los nombres hasta quedar en blanco. En la última página descubrí un nombre y una leyenda: el último habitante.



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