Opciones

Si tuviera que elegir sería antes juglar que poeta, cuentista que escritor.

Solideces

Admiro a esas gentes que son capaces de decir que quieren convertirse en algo (escritor, por ejemplo), cuando apenas puedo transformar lo que hay dentro de mí para sacarlo al exterior. 

Anuencias

Eres escritor cuando pierdes el pudor de asesinar a alguien.

Restablecimiento

Tú escribes bien. No: tú me lees bien.

Enriquecimiento

¿Es espantoso que el lector perciba el mundo tal como el escritor lo contó?

Taxonomía literaria

No sé qué es ser escritor y por eso solo escribo.

Acrisolados

Hay quien escribe para el público, hay quien escribe para los académicos, y quien escribe para sí. Este último caso encierra la quintaesencia de la escritura.

Muertos de hambre

Cela afirmaba, aunque no fuera ejemplo de ello, que «Si el escritor no se siente capaz de dejarse morir de hambre, debe cambiar de oficio. La verdad del escritor no coincide con la verdad de quienes reparten el oro». Hoy en muchos casos sí que concuerda con algunos autores, para el resto de la famélica extinción equivale a mantener la escritura como quien mantenía a una querida, a costa de su dinero y su salud, como buenos hijos putativos de la vida literaria.

Sacudidas

Nunca me he podido sacudir la sensación de que la gente contemple esta inclinación mía a las palabras como una mera inutilidad y un disparate. Pienso que desde una óptica ajena a este mundo debe resultar una delirante pérdida de tiempo.

Oropel

¡Qué pesadez la de esos escritores que ‘literaturizan’ la vida! Escribimos porque somos, no somos porque escribimos.

Toxicomanías

Un escritor que es editor a su vez es como un camello que se droga.

‘Literacidio’

Dentro de un filólogo hay un escritor suicidado.

Tramposo

El escritor es un tahúr que engaña con las palabras en el juego de la escritura.

Contorno escritural

Encerrado en un círculo de escritura, el escritor se escribe en sus palabras.

Escritor de oficio

Borges decía que «cuando escribo algo procuro no comprenderlo. No creo que la inteligencia tenga demasiada relación con el oficio de escritor». El alarde de la intuición es quien guía al escritor hasta extraviarlo en su tarea.

Falsarios

Decía Juan Rulfo que «todo escritor que crea es un mentiroso; la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad». Tahúres de las palabras, escribir es alimentar otros mundos, otras realidades paralelas.

Vocación

Reflexionando sobre el hecho de ser escritor recuerdo toda la energía destinada a ese empeño durante mi juventud. Más que la escritura en sí estaba el hecho de producir páginas y extraviarme en la prosa y el verso, afanoso de engordar un currículo que respaldara esa denominación de escritor.

Ahora, después de tantas páginas escritas, de invocar la palabra y ahogarme en los textos, es cuando más apocado tengo el sentimiento de ser escritor, cuando menos siento la necesidad de significarme en el mundo de las letras, agotado el furor juvenil y libre de la ambición adulta.

Es, en este momento, cuando reposan las letras en el exilio de la literatura, en la frontera de la identidad perdida, en lo transliterario, donde lo que menos importa es ser función de escritor y sí vivir dentro de ella.

Tahúr de las letras

El escritor es un embaucador que hace trampas con las palabras.

Derechos del escritor

Sí Daniel Pennac en ‘Como una novela’ publicó un decálogo sobre los derechos del lector, pienso que también es necesario plantear los derechos del escritor:

1) El derecho a escribir páginas en blanco.

2) El derecho a escribir textos inconclusos.

3) El derecho a no terminar de escribir un libro.

4) El derecho a escribir solamente tuit.

5) El derecho a escribir cualquier cosa y de cualquier forma.

6) El derecho al ‘bartlebysmo’(1)

7) El derecho a escribir sin publicar.

8) El derecho a escribir literatura absurda porque escribir es un absurdo.

9) El derecho a escribir para los no lectores.

10) El derecho a escribir el silencio.

(1) Trastorno de transmisión textual. Término alusivo a Bartleby, el escribiente, el protagonista del cuento del escritor estadounidense Herman Melville.

Asesinato

Todos al nacer llevamos dentro un lector ensimismado y un escritor entusiasta. El paso del tiempo y las lecturas, como si activaran una especie de complejo de Edipo literario, acaban por asesinar a alguno de ellos. En mi caso ha sido el escribiente quien ha terminado por matar al lector que a veces echo de menos.