Mostrando entradas con la etiqueta cuento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cuento. Mostrar todas las entradas

Fabulados

21.10.23



Los niños que no se durmieron con cuentos crecieron como adultos desfabulados.




Aproximaciones

13.10.23



La vida resulta en unos casos una novela corta y en otros un cuento largo.




Cuentario

18.9.23



La vida te va según el cuento que te cuentes.




Cuentística

13.9.23



El ser humano está necesitado de oír cuentos jamás escuchados.




Falseamientos

3.5.23



Alguien me engaña y no es otro que yo mismo contándome este cuento.




Nada acaba bien

21.9.22



Solo se dan finales felices en la infancia, el resto del tiempo los cuentos siempre terminan mal.



Agitados

16.9.19



Entre el cuento y el descuento, de la vida y del tiempo, nos movemos.




Hilos

25.3.18



Todo está tranquilo hasta que dentro de un instante suceda un crimen. Precedente a que ocurra este asesinato, está la persona muerta dentro de la vida y el asesino inocente. En el previo criminal al dolor y a la crueldad hay un destino sereno que nada hace indicar que sucederá lo que tiene que acaecer, que el caudal de tiempo determinará la muerte abrupta de una vida y la mente humana urdirá una atrocidad contra ella. Anteriormente a ser víctima, irá de compras y sacará dinero de un cajero automático, estando expuesta a la usura de la banca y al incómodo pensamiento que le provoca este abuso de autoridad económica, sin el menor presentimiento de azar opuesto a seguir su trayectoria vital. Antes el no homicida aún desayunará sin la culpabilidad de un asesino y mirará pasar la gente entretenida en su tiempo vital pensando, quizás, en una oportunidad para no tener que mancharse de sangre. Más atrás el lazo entretenido del destino que comienza a anudarse.



Cuentos de Calleja

20.4.07




Un tipo una vez me dijo a modo despreciativo: «tienes más cuento que Calleja». Recordé entonces que, en las frías noches de invernada, no había en mi corta edad nada más excitante que aquellos cuentos que me leía mi padre de un viejo libro al que le faltaban las tapas y que escribió un tipo llamado Saturnino Calleja Fernández.



Oficio

9.9.05



Trabajo como Ángel de la Guarda a turno corrido de veinticuatro horas y no tengo vacaciones. Mi contrato es eterno. No estoy afiliado a ningún sindicato ni adscrito a ningún convenio colectivo y mi jefe es divino, aunque no me paga nada. 

Mi labor consiste en ver sin tocar, oír sin hablar, guardar sin proteger, predecir sin avisar, soportar sin sufrir; percibir los sentimientos sin sentir. 

Estoy cuando despierta el día del que va a trabajar, junto al suicida en el momento antes de colgarse en el vacío, al lado del niño que gime tras dieciséis horas de trabajo, cuando grita la parturienta, en el paroxismo de dos cuerpos amándose, en la oscuridad del insomne, cerca del viejo solitario que se arropa con recuerdos, atento a quien ríe despreocupado y en el miedo infantil por el distanciamiento maternal. 

Oigo los pensamientos del asesino antes de matar, miro cómo oculta el ‘dinero negro’ el mafioso, me acerco al presidente de una nación cuando piensa su poder y al magnate cuando se siente todopoderoso. 

Escucho el golpe sordo de un cuerpo cuando cae al suelo desde un andamio, la agonía del enfermo, el pensamiento de aquel que llaman loco, la bofetada en la cara a una mujer, el dolor de un amante abandonado y la amargura de la violada. 

Sé del absurdo deambular del toxicómano, del fanatismo del terrorista, de la impotencia del parapléjico tras un accidente y del dolor de la misma muerte. También estoy al corriente de la emoción del enamorado y del que se sabe alegre. 

Y nada puedo hacer si no pasar como un ángel.

Cuento para Blancanieves

14.3.05


BLANCANIEVES bonita,
su madrastra, perversa,
y los siete enanitos
con Play Boy se consuelan.

Cuánta fiebre de niño
derramé en los lavabos,
inventor de finales
con sexo desbordado.

Blancanieves la cursi,
los enanos, los memos,
la madrastra (dios mío!
tenía aquellos pechos.

Por qué no hubiera sido
como yo imaginaba,
una niña cachonda
de estrecha minifalda
que, con pícaro estilo,
-las nalgas apretadas-,
descubría a la vista
sus encarnadas bragas.

Sumiso hubiera ido
hasta los brazos de ella
a que me acurrucara
entre sus blandas tetas.
Y encendido de amores
tocarle el violín,
pensando en Blancanieves
tal como en Marilyn.

Mas como en la vida hay
tantos censores púdicos
y cuentistas morales
y juglares estúpidos,
me tiraron por tierra
la más tierna historieta
que evocó mi bragueta.

Claro, encima, al final,
tanto ponerlo a huevo,
llega el príncipe regio
y se carga el mochuelo.