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Una vida vivida

21.1.14



—Somos faros perdidos en la niebla señor Lin.
—Hay dos maneras de difundir la luz: ser la lámpara que la emite o el espejo que la refleja.
—Taiwán es una buena ciudad para morir.
—Vive como si no fueras a morir nunca, actúa como si fueras a morir mañana.
—Y para conversar.
—Un placer como el de una conversación perfecta es necesariamente raro, porque los sabios rara vez saben hablar y los que hablan rara vez son sabios.
—Hablemos por el gusto de mezclarnos con las palabras. Charlemos de la vida.
—La vida está compuesta de insignificancias; el año de instantes y las montañas de granos de arena. Por lo tanto no subestimes nada, por pequeño que te parezca.
—A veces sufro por eso y me brotan las lágrimas.
—En esta vida hay lágrimas, y lo que importa, después de todo, es ante lo que lloramos.
—E igual ante lo que reímos.
—El humor es parte de la vida y en consecuencia no debe ser excluido, ni aun de la literatura seria.
—Porque de lo que se trata, risa y llanto, es de vivir una vida hermosa y plena.
—Si no puedes vivir una vida bella, debes soñarla.
—El suelo de mi vida está alfombrado con ese sueño.
—La belleza de la vida humana consiste en que, al revisar nuestras resoluciones el día de fin de año, descubrimos que hemos cumplido una tercera parte, hemos dejado sin cumplir otro tanto, y no podemos recordar a qué se refería la otra tercera parte.
—Y eso nos lleva a saber su verdadero valor,
—La sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial. En reducir los problemas de la filosofía a unos pocos solamente: el goce del hogar, de la vida, de la naturaleza, de la cultura.
—En lo esencial están los afectos y el cariño.
—Es muy simple; cuando uno quiere a una persona puede llamarla por cualquier nombre, que siempre tiene un sentido cariñoso.
—Incluso para ello es necesaria una educación.
—Un hombre educado es el que tiene los amores y los odios juntos.
—Y un hombre ausente quien obtiene el beneplácito de público.
—Perdonamos a los grandes del mundo porque han muerto; pero en vida son imperdonables.
—Será que cuando estés muerto sabrás cuánto te quieren.