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La vida es como una broma infinita

6.10.15



—¿Qué somos señor Wallace?
—Somos lo que caminamos entre dos puntos.
—¿Y qué debemos aprender?
—No enseñar lo que se debe desear. Enseñar a ser libres.
—Eso es un riesgo
—No hay elección sin libertad, bucanero. No somos nosotros quienes estamos muertos por dentro. Todo esto que encuentras en nosotros tan débil y despreciable es justamente el riesgo de ser libre.
—¿A pesar de lo que nos rodea?
—La mediocridad depende del contexto.
—O del asentimiento.
—La aceptación es por lo general un asunto de cansancio más que de otra cosa.
—Parece lógico.
—La validez lógica no es garantía de verdad.
—Quizá de atención.
—Hay un rechazo descaradamente irreverente de conceptos "pasados de moda", como la trama coherente o los personajes duraderos. En cambio, hay una serie de viñetas paródicas deslumbrantemente creativas, diseñadas para apelar a los cuarenta y cinco segundos de concentración casi zen que llamamos el lapso de atención televisiva.
—Ese es el juego que han creado.
Sé un estudioso del juego. Como la mayoría de los clichés deportivos, este es profundo. Te puede formar o te puede destruir. No hay mucho en medio. Trata de aprender. Déjate dirigir. Trata de aprender de todos, en especial de quienes fracasan. (...) Todo es educativo.
—Sí, hasta la muerte.
—Te diré que Dios parece tener un estilo de gestión que a mí no me gusta nada. Yo soy bastante antimuerte. Y Dios da toda la impresión de ser bastante pro muerte. No sé cómo nos vamos a poner de acuerdo al respecto él y yo, Bubú.



Escritura terapéutica

10.9.15



El escritor David Foster Wallace afirmaba: «Yo tuve un profesor que me caía muy bien y que aseguraba que la tarea de la buena escritura era la de darles calma a los perturbados y perturbar a los que están calmados». El efecto sanador de la escritura que cura a los locos y enloquece a los cuerdos, ya sean personajes o lectores.



Desconectados

16.7.15



Para David Foster Wallace «una obra de ficción es una conversación que permite enfrentarse a la soledad esencial que se da en el mundo. Entre los seres humanos se da una situación de incomunicabilidad de emociones. La comunicación entre el creador y el lector es algo extraordinariamente misterioso. La buena literatura provoca una experiencia que permite trascender el aislamiento de orden subjetivo». Esa conexión tantas veces imaginada y que es un enigma contenido en las palabras.