El movimiento de la arena

18.5.16



—A veces señor Abe me pregunto adónde lleva tanto dudar.
—La duda conduce a la verdad.
—¿La verdad no es una apariencia?
—La realidad no necesariamente coincide con las apariencias.
—La apariencia es una mentira oculta.
—Dicen que lo mejor para ocultar una gran mentira es rodearla de numerosas mentiras pequeñas.
—Quizás solo sea un juicio de valor.
—Todo el mundo quiere juzgar a los otros de manera subjetiva. Ese método tan simple de aplicar criterios ajenos para calificar a la gente está en desuso, es como un libro enmohecido.
—Es usted muy prudente.
—Tal vez yo también había sido demasiado cauteloso para actuar con naturalidad y no cometer errores que me comprometieran. El exceso de precauciones y dudas puede terminar siendo perjudicial.
—Habrá que tener fe…
—Bueno, para quienes confían, la espera siempre es efímera, aun cuando dure cincuenta, cien años...
—Entonces habrá que tener coraje.
—Ya no me importa que usted sea amigo o enemigo, el único camino que me queda es dejar atrás esta trinchera inútil y enfrentarme al destino con todo mi coraje.
—Y algo de confianza.
—Mira, me interesa mucho tener un amigo marciano, pero el interés no siempre se asocia con la confianza. Hace falta hablar más a fondo para convertir el interés en confianza.
—¿En qué situación se encuentra ahora?
—Me permito aclarar que no soy tan optimista como para creer que ya tengo un aliado, sólo porque usted sea un ‘ser humano’ como yo quisiera que lo fuese. Me encuentro en una situación demasiado anormal para convencer a alguien de la veracidad de mi relato. Aunque usted sea un ‘ser humano’, dudo que reconozca una esencia humana en mí.
—Al final estamos solos.
—Cierta vez encontró la reproducción de un grabado, ‘El infierno de la soledad’, y la observó con curiosidad. (...) Los muertos, cada uno con diferente expresión, parecían empujarse unos a otros mientras hablaban incesantemente al hombre. ¿Por qué razón eso era ‘El infierno de la soledad’? En aquel momento pensó que se habían equivocado al poner el título; ahora podía entenderlo. La soledad es una sed que la ilusión no satisface.




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