En la buhardilla del hotel ‘Blaues Kreuz’

27.4.16



—Señor Walser, parece usted un tipo solitario.
—A menudo las apariencias engañan, señor mío, y lo mejor es dejar el juicio sobre una persona a esa misma persona. Nadie puede conocer tan bien como él mismo a un hombre que ha visto y vivido tanto.
—Aunque no sienta afecto por él mismo.
—Un hombre no se siente orgulloso de las alegrías y del placer. En el fondo lo único que da orgullo y alegría al espíritu son los esfuerzos superados con bravura y los sufrimientos soportados con paciencia.
—Eso no ocurre en tanta gente.
—No estaría bien criticar a otros sin compasión y querer tratarme a mí mismo con delicadeza y tan cuidadosamente como sea posible. Un crítico que tal hace no es auténtico, y los escritores no deben abusar de la escritura.
—¿Es necesario?
—Hay que aprender a amar la necesidad, a cuidarla.
—Hay mucho sumiso.
—Los que obedecen en su mayoría son copia perfecta de los que los mandan.
—¿Y qué va a hacer?
—Con todas mis ideas y necedades podré fundar muy pronto una sociedad anónima para la difusión de ilusiones hermosas, pero nada fiables.



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