Paseo con un organista

28.7.15



—Señor Schweitzer, no están los tiempos para creer en grandes ideales. O al menos eso nos quieren hacer creer.
—Los ideales se parecen a las estrellas en el sentido de que nunca los alcanzamos, pero como los navegantes, con ellos dirigimos el rumbo de nuestras vidas.
—Hay quien predica pero no da trigo.
—El mayor descubrimiento de cualquier generación es que los seres humanos pueden alterar sus vidas modificando sus actitudes mentales.
—También concordando lo que piensan y lo que hacen.
—Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.
—Muchos no parecen tomar buena nota.
—Cualquiera que ha sido acostumbrado a cuidar de la vida de cualquier criatura viviente tiene una posibilidad insignificante de arribar a la idea de que la vida humana es despreciable.
—Realizar planteamientos humanitarios.
—Humanitario consiste en nunca sacrificar a un ser humano con nuestro propio egoísmo.
—Ni a un animal con otras formas.
—No me importa saber si un animal puede razonar. Sólo sé que es capaz de sufrir y por ello lo considero mi prójimo.
—¿La cara es el espejo del alma?
—Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen.
—¿Nos oxida el paso del tiempo?
—La edad arruga la piel pero renunciar al entusiasmo arruga el alma.
—Y eso nos envejece.
—La tragedia de la vida es lo que dejamos morir dentro nuestro mientras vivimos.
—Y quién puede ser feliz.
—No sé cuál será su destino, pero hay algo que sí sé: los únicos entre ustedes que serán realmente felices son los que han buscado y encontrado el modo de servir.



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