Pensar de nuevo

22.7.14



—Los libros y las prostitutas entrecruzan el tiempo. Dominan la noche como el día y el día como la noche.
—Esa encrucijada temporal nos marca a todos en la lectura de la realidad.
—Alguien que se cree abandonado está leyendo, y le duele que la página que quiere pasar esté cortada, que ya ni siquiera ella lo necesite.
—A propósito de esa página rota, son pasajes que quisiéramos hacer desaparecer.
—Nos hemos vuelto pobres. Hemos ido perdiendo uno tras otro pedazos de la herencia de la humanidad; a menudo hemos tenido que empeñarlos en la casa de préstamos por la centésima parte de su valor, a cambio de la calderilla de lo «actual». Nos espera a la puerta la crisis económica, y tras ella una sombra, la próxima guerra. Aguantar hoy se ha convertido en cosa de unos pocos poderosos, que Dios sabe que son más humanos que la mayoría; suelen ser más bárbaros, pero no en la buena forma. Y los otros tienen que arreglárselas, una vez más, con poco. Recurren a los hombres que han hecho su causa de lo completamente nuevo y que, además, lo basan en el conocimiento y la renuncia. En sus edificios, sus cuadros y sus historias, la humanidad se prepara para sobrevivir a la cultura, si es que esto le fuera necesario. Y lo más importante es que lo hace riendo. Y tal vez esa risa pueda sonar bárbara en uno y otro sitio. Bueno. El individuo puede ceder a veces un poco de humanidad a esa masa que, un día, se la devolverá con intereses.
—Señor Benjamin, a veces es difícil ese reconocimiento.
—La tradición de los oprimidos nos enseña que la regla es el «estado de excepción» en el que vivimos.
—Y para remediarlo qué se puede aplicar.
—En la improvisación reside la fuerza. Todos los golpes decisivos habrán de asestarse como sin querer.




1 apostillas:

Juan Poz dijo...

Eso es fiarlo ad calendas grecas... Quizás fuera conveniente individualizarse auténticamente, en vez de hacerlo mediante la presión de la masa, que nos transustancializa hasta reificarnos...